El monje y la prostituta
Estés donde estés, céntrate más, permanece más alerta, vive más conscientemente. No hay ningún otro lugar donde ir. Todo lo que tiene que ocurrir, tiene que ocurrir dentro de ti y está en tu mano. No eres un muñeco y los hilos que te mueven no están en las manos de nadie. Eres un individuo absolutamente libre. Si decides permanecer en la ilusión, puedes hacerlo durante muchas, muchas vidas. Si decides salir de ella, basta con la decisión de un momento. Puedes salir de la ilusión ahora mismo.
Buda estaba en Vaishali, donde vivía Amrapali; Amrapali era una prostituta. En los tiempos de Buda, en la India, la costumbre mandaba que a la mujer más hermosa de la ciudad no se le permitiera casarse con nadie porque eso crearía celos, conflictos, luchas. Por eso la mujer más bella tenía que convertirse en la nagarvadhu: la esposa de toda la ciudad.
No era algo deshonroso; al contrario, eran muy respetadas. No eran prostitutas ordinarias. Sólo eran visitadas por los más ricos, los reyes, los príncipes, generales: el estrato más elevado de la sociedad.
Amrapali era muy hermosa. Un día estaba de pie en su terraza y vio a un joven monje budista. Nunca se había enamorado de nadie, y se enamoró de él de repente; un hombre joven con una gran presencia, conciencia, gracia. Su manera de andar... Corrió a él y le dijo: —Dentro de tres días va a empezar la estación de las lluvias... Los monjes budistas no se trasladan durante los cuatro meses que dura la época de las lluvias. —Te invito a quedarte en mi casa durante esos cuatro meses —dijo Amrapali.
—Se lo preguntaré a mi maestro. Si me lo permite, vendré —respondió el joven monje.
El monje vino, tocó los pies de Buda y le contó la historia: —Me ha pedido que me quede cuatro meses en su casa. Le he dicho que se lo diría a mi maestro y por eso he venido... lo que tú digas.
Buda le miró a los ojos y dijo: —Puedes quedarte allí.
Fue una gran sorpresa. Diez mil monjes... Se hizo un gran silencio, pero había mucho enfado, muchos celos. Cuando el monje se fue a casa de Amrapali, los demás empezaron a comentar: —Toda la ciudad está asombrada. Sólo se habla de una cosa: que un monje budista está en casa de Amrapali.
—Guardad silencio —dijo Buda—, confío en mi monje. Le he mirado a los ojos y no he visto deseo en ellos. Si hubiera dicho que no, él no lo habría sentido en absoluto. Le dije que sí... y él se ha ido. Confío en su conciencia, en su meditación. ¿Por qué estáis tan agitados y preocupados?
Cuatro meses después el monje volvió, tocó los pies de Buda, y detrás de él venía Amrapali vestida como una monja budista. Tocó los pies de Buda y dijo: —He intentado mis mejores artes para seducir a tu monje, pero fue él quien me sedujo a mí. Me ha convencido con su presencia y con su conciencia de que la verdadera vida es la que se halla a tus pies.
Y Buda dijo a la asamblea: —¿Estáis ahora satisfechos o no? Si la meditación es profunda, si la conciencia es clara, nada puede alterarla. Y Amrapali se convirtió en una de las mujeres iluminadas entre los discípulos de Buda.
viernes, 22 de abril de 2011
44. DESEO
La canastilla mágica del mendigo
Cuando deseas algo, tu gozo depende de eso. Si se te quita, te sientes miserable; si se te da, te sientes feliz. ¡Pero sólo por el momento! eso también se tiene que entender. Cuando tu deseo se cumple, sólo por el momento sientes gozo. es momentáneo, porque una vez lo consigues, la mente vuelve a desear más, algo más.
La mente existe en el deseo; de ahí que la mente nunca te deje sin deseo. Si no tienes deseo, la mente muere inmediatamente. Éste es todo el secreto de la meditación.
Un mendigo llamó a la puerta de un emperador a primera hora de la mañana. El emperador iba a salir a dar un paseo matutino en su precioso jardín; de no ser por esta circunstancia hubiera sido difícil que el mendigo pudiera encontrarse con él. Pero en ese momento no había ningún guardián que lo impidiera.
El emperador dijo: —¿Qué quieres? —¡Piénsatelo dos veces antes de preguntar eso! —dijo el mendigo. El emperador nunca había visto antes a un hombre tan fiero; había batallado en la guerra, había obtenido grandes victorias y había dejado claro que no había nada más poderoso que él, y de repente este mendigo le dice: «¡Piensa dos veces lo que dices porque puede que no seas capaz de realizar mi deseo!»
El rey dijo: —No te preocupes, déjalo de mi cuenta; ¡pide lo que quieras y se realizará!
—Ves este cuenco de mendigar —dijo el mendigo—, ¡quiero que se llene! No me importa de qué, la única condición es que se llene, que esté lleno. Aún estás a tiempo de decir que no, pero si dices que sí, estás tomando un riesgo.
El emperador se puso a reír. Un cuenco de mendigar... ¿y me estás dando una advertencia? Le dijo a su ayudante de cámara que llenase el cuenco de diamantes para que aquel mendigo se enterase de a quién estaba pidiendo.
El mendigo volvió a decirle: —Piénsatelo dos veces. Y pronto empezó a quedar claro que el mendigo tenía razón, porque en el momento en que se vertían los diamantes en el cuenco, desaparecían.
Los rumores se extendieron inmediatamente por toda la capital y miles de personas se acercaron a observar lo que pasaba. Cuando las piedras preciosas se acabaron, el rey dijo: «Traed todo el oro y la plata, ¡traedlo todo! Mi reino e incluso mi integridad están amenazadas». Pero antes de llegar la noche había desaparecido todo y sólo quedaban dos mendigos, y uno de ellos había sido emperador.
Entonces el emperador dijo: —Antes de pedirte perdón por no escuchar tus avisos, por favor dime el secreto de este cuenco de mendigar.
—No hay ningún secreto —dijo el mendigo—. Lo he pulido de manera que parezca un cuenco, pero es una calavera humana. Todo lo que eches dentro de ella desaparecerá.
La historia es tremendamente significativa. ¿Has pensado alguna vez en tu propio cuenco de mendigar? Todo desaparece —poder, prestigio, respetabilidad, riqueza— todo desaparece y tu cuenco sigue con la boca abierta, pidiendo más. Y ese «más» te aleja del presente. El deseo, la añoranza de otra cosa te aleja de este momento.
Sólo hay dos tipos de personas en el mundo: la mayoría de ellas corren detrás de sombras, sus cuencos de mendigar seguirán con ellos hasta que se vayan a la tumba. Y una pequeña minoría, uno entre un millón, que deja de correr, abandona todos los deseos y no pide nada; y de repente lo encuentra todo dentro de sí.
53. JUEGO
Tu mente sigue jugando infinitamente: todo lo que ocurre no es más que un sueño en una habitación vacía. Durante la meditación, uno tiene que observar la mente jugar, como niños que juegan y saltan porque les sobra energía; eso es todo. Los pensamientos saltan, juegan, sólo es un juego; no te los tomes en serio. Si tienes un mal pensamiento, no te sientas culpable. O si tienes un gran pensamiento, un pensamiento muy bueno —que quieres servir a la humanidad y transformar todo el mundo, y que quieres traer el cielo a la tierra— no dejes que hinche mucho tu ego, no sientas que te has vuelto muy grande. No son más que juegos de la mente, que a veces sube y otras baja. Lo que ocurre es que rebosa energía, tomando muchas formas diferentes.
La dimensión de juego tiene que ser aplicada a toda tu vida. Hagas lo que hagas, permanece en esa actividad tan totalmente que el fin se vuelva irrelevante. El fin vendrá, tiene que venir, pero no está en tu mente. Estás jugando, estás disfrutando.
Esto es lo que Krishna quiere decir —durante el Mahabarata, la gran guerra relatada en el Gita— cuando dice a su discípulo que deje el futuro en manos de lo divino: «El resultado de tu actividad está en manos de lo divino, simplemente actúa». Este «hacer simple» se convierte en un juego.
Esto es lo que a Arjuna le resulta difícil de entender, porque dice que si sólo es un juego, ¿por qué matar? ¿Por qué luchar? Pero toda la vida de Krishna no es más que un juego; no podrías encontrar en ninguna parte a un hombre tan poco serio. Toda su vida es sólo un juego, una obra, un drama. Disfruta de todo pero no se lo toma en serio. Lo disfruta intensamente pero no se preocupa del resultado. Lo que ocurra es irrelevante.
A Arjuna le resulta difícil comprender a Krishna porque Arjuna calcula, piensa en término de los resultados. Al principio del Gita dice: «Todo esto parece tan absurdo. En ambos lados mis amigos y mis parientes esperan dispuestos a luchar. Gane quien gane será una pérdida, porque mi familia, mis parientes y mis amigos serán destruidos. Aunque gane, no valdrá de nada porque, ¿a quién voy a mostrar mi victoria? Las victorias son significativas por todos los amigos, parientes, familiares que las disfrutan. Pero no quedará nadie, la victoria será sobre cadáveres. ¿Quién la valorará? ¿Quién dirá: 'Arjuna, has hecho algo importante'? Por tanto, ganar o perder me parece absurdo. Todo esto es un sinsentido». Quería renunciar a luchar. Era mortalmente serio y cualquiera que calcule también lo será.
El entorno del Gita es único. La guerra es el asunto más serio. No puedes jugar con ella porque están implicadas muchas vidas; no puedes jugar. Y Krihsna insiste en que incluso allí tienes que estar dispuesto a jugar. No pienses en lo que va a pasar al final, simplemente permanece en el aquí y ahora. Simplemente sé un guerrero, jugando. No te preocupes por el resultado porque el resultado está en manos de lo divino.
Y la cuestión no es ni siquiera si el resultado está en manos de lo divino o no; la cuestión es que no debería estar en tus manos, no debería depender de ti. Si depende de ti, tu vida no puede ser meditativa.
3. INTEGRIDAD
Por qué Buda espera en las puertas del cielo
Hagas lo que hagas, hazlo en profunda alerta; entonces, incluso las mínimas cosas se vuelven sagradas. Entonces cocinar o limpiar se vuelven algo sagrado; se convierten en una adoración. La cuestión no reside en lo que haces, sino en cómo lo haces. Puedes limpiar el suelo como un robot, de manera mecánica; como tienes que limpiarlo, lo limpias; entonces te pierdes algo precioso. Limpiar el suelo podría haber sido una gran experiencia; te la has perdido. El suelo queda limpio, pero ha dejado de ocurrir algo que podría haber ocurrido dentro de ti. Si eres consciente, si estás alerta, además del suelo, tú mismo habrías recibido una profunda limpieza. Limpia el suelo con plena conciencia, irradiando conciencia. Trabaja, siéntate o camina, pero hay algo que tiene que ser un hilo continuo: ilumina más y más momentos de tu vida con la luz de la conciencia. Deja que la vela de la conciencia arda en todo momento, en cada acto. El efecto acumulativo de esta práctica es la iluminación. El efecto acumulativo, juntando todos los momentos, todas las pequeñas velas, se convierten en una gran fuente de luz.
Limpia el suelo con plena conciencia, irradiando conciencia. Trabaja, siéntate o camina, pero hay algo que tiene que ser un hilo continuo: ilumina más y más momentos de tu vida con la luz de la conciencia. Deja que la vela de la conciencia arda en todo momento, en cada acto. El efecto acumulativo de esta práctica es la iluminación. El efecto acumulativo, juntando todos los momentos, todas las pequeñas velas, se convierten en una gran fuente de luz.
Cuenta la historia que cuando Gautama Buda murió, llegó a las puertas del paraíso. Esas puertas raras veces se abren, sólo una vez cada muchos siglos; los visitantes no llegan todos los días y cuando alguien llega a sus puertas, todo el paraíso lo celebra. Una conciencia más ha conseguido florecer y la existencia es mucho más rica de lo que era antes.
Las puertas estaban abiertas y el resto de los iluminados que habían entrado antes al paraíso... porque en el budismo no hay Dios, pero los iluminados son divinos: por tanto, hay tantos dioses como seres iluminados. Todos se habían reunido en las puertas con música, canciones y danzas. Querían dar la bienvenida a Gautama Buda pero, para su sorpresa, él estaba de pie dando la espalda a las puertas. Su rostro todavía miraba a la distante orilla que había dejado atrás.
Ellos dijeron, "Qué extraño. ¿A quién espera?"
Y se dice que el Buda respondió, "Mi corazón no es tan pequeño. Estoy esperando a aquellos a los que he dejado atrás y siguen luchando en el camino. Son mis compañeros de viaje. Podéis mantener las puertas cerradas, tendréis que esperar un poco para celebrar mi entrada en el paraíso porque he decidido ser el último en atravesarlas. Cuando todos se hayan iluminado y hayan entrado por la puerta, cuando no quede nadie fuera, entonces será mi momento de entrar."
Esta historia es una historia, no puede ser un hecho real. No es algo que dependa de uno; cuando te iluminas entras en la fuente universal de la vida. No es una cuestión de elección o de decisión. Pero la historia es que él sigue intentándolo, incluso después de morir. Esta historia surgió de lo que dijo que iba a hacer el último día antes de morir: que os esperaría a todos.
Ya no puede esperar más, ya ha esperado mucho más de lo que le correspondía. Ya debería haberse ido pero, viendo tu desgracia y tu sufrimiento, de algún modo sigue allí. Pero cada vez la espera se hace más imposible. Tendrá que dejarte atrás —con desgana— pero te esperará en la otra orilla. No entrará en el paraíso porque hizo una promesa: «No olvidéis que estaré allí esperándoos durante siglos. Pero daos prisa, no me defraudéis, y no me hagáis esperar demasiado».
Hagas lo que hagas, hazlo en profunda alerta; entonces, incluso las mínimas cosas se vuelven sagradas. Entonces cocinar o limpiar se vuelven algo sagrado; se convierten en una adoración. La cuestión no reside en lo que haces, sino en cómo lo haces. Puedes limpiar el suelo como un robot, de manera mecánica; como tienes que limpiarlo, lo limpias; entonces te pierdes algo precioso. Limpiar el suelo podría haber sido una gran experiencia; te la has perdido. El suelo queda limpio, pero ha dejado de ocurrir algo que podría haber ocurrido dentro de ti. Si eres consciente, si estás alerta, además del suelo, tú mismo habrías recibido una profunda limpieza. Limpia el suelo con plena conciencia, irradiando conciencia. Trabaja, siéntate o camina, pero hay algo que tiene que ser un hilo continuo: ilumina más y más momentos de tu vida con la luz de la conciencia. Deja que la vela de la conciencia arda en todo momento, en cada acto. El efecto acumulativo de esta práctica es la iluminación. El efecto acumulativo, juntando todos los momentos, todas las pequeñas velas, se convierten en una gran fuente de luz.
Limpia el suelo con plena conciencia, irradiando conciencia. Trabaja, siéntate o camina, pero hay algo que tiene que ser un hilo continuo: ilumina más y más momentos de tu vida con la luz de la conciencia. Deja que la vela de la conciencia arda en todo momento, en cada acto. El efecto acumulativo de esta práctica es la iluminación. El efecto acumulativo, juntando todos los momentos, todas las pequeñas velas, se convierten en una gran fuente de luz.
Cuenta la historia que cuando Gautama Buda murió, llegó a las puertas del paraíso. Esas puertas raras veces se abren, sólo una vez cada muchos siglos; los visitantes no llegan todos los días y cuando alguien llega a sus puertas, todo el paraíso lo celebra. Una conciencia más ha conseguido florecer y la existencia es mucho más rica de lo que era antes.
Las puertas estaban abiertas y el resto de los iluminados que habían entrado antes al paraíso... porque en el budismo no hay Dios, pero los iluminados son divinos: por tanto, hay tantos dioses como seres iluminados. Todos se habían reunido en las puertas con música, canciones y danzas. Querían dar la bienvenida a Gautama Buda pero, para su sorpresa, él estaba de pie dando la espalda a las puertas. Su rostro todavía miraba a la distante orilla que había dejado atrás.
Ellos dijeron, "Qué extraño. ¿A quién espera?"
Y se dice que el Buda respondió, "Mi corazón no es tan pequeño. Estoy esperando a aquellos a los que he dejado atrás y siguen luchando en el camino. Son mis compañeros de viaje. Podéis mantener las puertas cerradas, tendréis que esperar un poco para celebrar mi entrada en el paraíso porque he decidido ser el último en atravesarlas. Cuando todos se hayan iluminado y hayan entrado por la puerta, cuando no quede nadie fuera, entonces será mi momento de entrar."
Esta historia es una historia, no puede ser un hecho real. No es algo que dependa de uno; cuando te iluminas entras en la fuente universal de la vida. No es una cuestión de elección o de decisión. Pero la historia es que él sigue intentándolo, incluso después de morir. Esta historia surgió de lo que dijo que iba a hacer el último día antes de morir: que os esperaría a todos.
Ya no puede esperar más, ya ha esperado mucho más de lo que le correspondía. Ya debería haberse ido pero, viendo tu desgracia y tu sufrimiento, de algún modo sigue allí. Pero cada vez la espera se hace más imposible. Tendrá que dejarte atrás —con desgana— pero te esperará en la otra orilla. No entrará en el paraíso porque hizo una promesa: «No olvidéis que estaré allí esperándoos durante siglos. Pero daos prisa, no me defraudéis, y no me hagáis esperar demasiado».
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40. INTEGRIDAD
"Sólo se necesita una aguja ordinaria"
Nadie es una isla, todos somos parte de un vasto continente. Existe una gran variedad entre nosotros, pero eso no hace que seamos seres separados. La variedad enriquece la vida: una parte de nosotros está en los Himalayas, una parte de nosotros está en las estrellas, una parte de nosotros está en las rosas. Una parte de nosotros está en las alas de los pájaros, una parte de nosotros está en el verde de los árboles. Estamos extendidos por todo. Experimentar esto como una realidad transformará todo tu planteamiento de vida, transformará cada uno de tus actos, transformará tu mismo ser.
Se cuenta que en vida del gran místico sufí Farid, un rey vino a verle. Le había traído un presente: un precioso par de tijeras de oro con diamantes engarzados, muy valiosas, muy especiales. Tocó los pies de Farid y le dio las tijeras; Farid las tomó, las miró, y se las devolvió diciendo: —Señor, muchas gracias por el regalo que me ha traído. Es muy hermoso, pero totalmente inútil para mí. Sería mejor si me pudiera dar una aguja. No necesito tijeras; una aguja bastará.
—No comprendo —dijo el rey—, si necesitas una aguja, también necesitarás unas tijeras.
—Es una metáfora —explicó Farid—. No necesito tijeras porque las tijeras sirven para cortar las cosas. Necesito una aguja porque las agujas sirven para unir cosas. Yo enseño a amar. Toda mi enseñanza se basa en el amor: juntar cosas, enseñar a la gente a estar en comunión. Necesito una aguja para poder unir las cosas. Las tijeras son inútiles para mí porque cortan y desconectan. La próxima vez que venga, bastará con que traiga una aguja ordinaria.
La lógica es como un par de tijeras: corta, divide las cosas. La mente es una especie de prisma: haz pasar un rayo de luz a través de ella y se divide inmediatamente en siete colores. Pasa cualquier cosa a través de la mente y se vuelve dual. La vida y la muerte no son la-vida-y-la-muerte, la realidad es vidamuerte. Debería ser una única palabra, no dos; ni siquiera debería haber un guión entre ellas. Vidamuerte es un fenómeno. Amorodio es un fenómeno. Luzoscuridad es un fenómeno. Negativopositivo es un fenómeno. Pero cuando haces pasar este fenómeno a través de la mente, la unidad se divide en dos inmediatamente. Vidamuerte se convierte en vida y muerte; no sólo están divididas, sino que la muerte se vuelve antagonista de la vida. Son enemigas. A partir de ese momento puedes seguir tratando de que las dos se encuentren, pero nunca lo conseguirás.
Kipling tiene razón: «Oriente es Oriente y Occidente es Occidente, y los dos nunca se encontrarán». Según la lógica, esto es verdad. ¿Cómo pueden encontrarse Oriente y Occidente? ¿Cómo puede Occidente encontrarse con Oriente? Pero existencialmente es un sin sentido total. Se encuentran en todas partes.
Por ejemplo, te encuentras en la India. ¿Es Oriente u Occidente? Si la comparas con Londres, es el Oriente; pero si la comparas con Tokio, es Occidente. Entonces, ¿qué es exactamente, Oriente u Occidente? Oriente y Occidente se encuentran en cada punto, y Kipling dice: «Los dos nunca se encontrarán».
Los dos se están encontrando constantemente. No hay un punto tal que Oriente y Occidente no se encuentren y no hay ningún hombre en el que Oriente y Occidente no se encuentren. No puede ser de otro modo; tienen que encontrarse: es una realidad, un cielo.
Nadie es una isla, todos somos parte de un vasto continente. Existe una gran variedad entre nosotros, pero eso no hace que seamos seres separados. La variedad enriquece la vida: una parte de nosotros está en los Himalayas, una parte de nosotros está en las estrellas, una parte de nosotros está en las rosas. Una parte de nosotros está en las alas de los pájaros, una parte de nosotros está en el verde de los árboles. Estamos extendidos por todo. Experimentar esto como una realidad transformará todo tu planteamiento de vida, transformará cada uno de tus actos, transformará tu mismo ser.
Se cuenta que en vida del gran místico sufí Farid, un rey vino a verle. Le había traído un presente: un precioso par de tijeras de oro con diamantes engarzados, muy valiosas, muy especiales. Tocó los pies de Farid y le dio las tijeras; Farid las tomó, las miró, y se las devolvió diciendo: —Señor, muchas gracias por el regalo que me ha traído. Es muy hermoso, pero totalmente inútil para mí. Sería mejor si me pudiera dar una aguja. No necesito tijeras; una aguja bastará.
—No comprendo —dijo el rey—, si necesitas una aguja, también necesitarás unas tijeras.
—Es una metáfora —explicó Farid—. No necesito tijeras porque las tijeras sirven para cortar las cosas. Necesito una aguja porque las agujas sirven para unir cosas. Yo enseño a amar. Toda mi enseñanza se basa en el amor: juntar cosas, enseñar a la gente a estar en comunión. Necesito una aguja para poder unir las cosas. Las tijeras son inútiles para mí porque cortan y desconectan. La próxima vez que venga, bastará con que traiga una aguja ordinaria.
La lógica es como un par de tijeras: corta, divide las cosas. La mente es una especie de prisma: haz pasar un rayo de luz a través de ella y se divide inmediatamente en siete colores. Pasa cualquier cosa a través de la mente y se vuelve dual. La vida y la muerte no son la-vida-y-la-muerte, la realidad es vidamuerte. Debería ser una única palabra, no dos; ni siquiera debería haber un guión entre ellas. Vidamuerte es un fenómeno. Amorodio es un fenómeno. Luzoscuridad es un fenómeno. Negativopositivo es un fenómeno. Pero cuando haces pasar este fenómeno a través de la mente, la unidad se divide en dos inmediatamente. Vidamuerte se convierte en vida y muerte; no sólo están divididas, sino que la muerte se vuelve antagonista de la vida. Son enemigas. A partir de ese momento puedes seguir tratando de que las dos se encuentren, pero nunca lo conseguirás.
Kipling tiene razón: «Oriente es Oriente y Occidente es Occidente, y los dos nunca se encontrarán». Según la lógica, esto es verdad. ¿Cómo pueden encontrarse Oriente y Occidente? ¿Cómo puede Occidente encontrarse con Oriente? Pero existencialmente es un sin sentido total. Se encuentran en todas partes.
Por ejemplo, te encuentras en la India. ¿Es Oriente u Occidente? Si la comparas con Londres, es el Oriente; pero si la comparas con Tokio, es Occidente. Entonces, ¿qué es exactamente, Oriente u Occidente? Oriente y Occidente se encuentran en cada punto, y Kipling dice: «Los dos nunca se encontrarán».
Los dos se están encontrando constantemente. No hay un punto tal que Oriente y Occidente no se encuentren y no hay ningún hombre en el que Oriente y Occidente no se encuentren. No puede ser de otro modo; tienen que encontrarse: es una realidad, un cielo.
22. CORAZÓN LOCO
La loca sabiduría de San Francisco de Asís
El corazón tiene razones que la razón no puede comprender. El corazón tiene su propia dimensión de ser, que es completamente oscura para la mente. El corazón es más elevado y más profundo que la mente, está más allá de su alcance. Parece alocado. El amor siempre parece alocado porque no es utilitario. La mente es utilitaria. Lo utiliza todo para algún fin: esto es lo que significa ser utilitario. La mente tiene un propósito y está orientada hacia un fin; lo convierte todo en un medio. Y el amor no puede convertirse en un medio, ése es el problema. El amor mismo es el objetivo.
Los locos siempre demuestran una sabiduría sutil, y los sabios siempre se comportan como locos. Antiguamente, todos los grandes emperadores siempre tenían un bufón en la corte. También tenían a hombres muy sabios, consejeros, ministros y primeros ministros, pero siempre tenían un loco.
¿Por qué? Porque hay cosas que los llamados hombres sabios no pueden entender, que sólo un loco puede entender, porque los supuestos sabios son tan necios que su astucia y su inteligencia les cierran la mente. Un loco es simple, y era necesario porque muchas veces los supuestos sabios no decían las cosas al emperador por miedo. Un loco no teme a nadie, hablará sin importarle las consecuencias.
Así es como actúa un loco: de manera simple, sin pensar en los resultados. Un hombre inteligente siempre piensa en los resultados antes de actuar. En primer lugar piensa y luego actúa. El loco actúa sin pensárselo antes.
Cuando alguien alcanza la realización última, no es como vuestros sabios. No puede ser como ellos. Puede que sea como vuestros locos, pero no puede ser como vuestros sabios.
Cuando San Francisco se iluminó, solía llamarse a sí mismo «el loco de Dios». El papa era un hombre sabio y, cuando San Francisco fue a verlo, incluso él pensó que aquel hombre se había vuelto loco. El papa era un hombre inteligente, calculador, listo; ¿de qué otro modo podría haber llegado a papa? Para hacerse papa uno tiene que hacer mucha política. Para hacerse papa uno necesita ser diplomático, hace falta competir y desbancar a los demás, usarlos como escaleras y luego dejarlos de lado.
Es política... porque un papa es un líder político. La religión es algo secundario, a veces ni siquiera está presente. ¿Cómo puede un hombre religioso luchar y mostrarse agresivo para conseguir un puesto? Sólo son políticos.
San Francisco vino a ver al papa y el papa pensó que aquel hombre estaba loco. Pero los árboles, los pájaros y los peces pensaban de otro modo. Cuando San Francisco iba al río, los peces daban saltos de alegría para celebrar su venida. Miles de personas fueron testigos de este fenómeno: millones de peces saltaban simultáneamente; el río entero se llenaba de peces saltarines. San Francisco había venido y los peces se sentían felices. Y los pájaros le seguían donde quiera que iba; iban a posarse en sus piernas, en su cuerpo, en su regazo. Entendían a este loco mejor que el papa. Incluso los árboles que se habían secado y estaban a punto de morir reverdecían y volvían a florecer cuando se acercaba San Francisco. Los árboles entendían bien que aquel loco no era un loco ordinario: era el loco de Dios.
El corazón tiene razones que la razón no puede comprender. El corazón tiene su propia dimensión de ser, que es completamente oscura para la mente. El corazón es más elevado y más profundo que la mente, está más allá de su alcance. Parece alocado. El amor siempre parece alocado porque no es utilitario. La mente es utilitaria. Lo utiliza todo para algún fin: esto es lo que significa ser utilitario. La mente tiene un propósito y está orientada hacia un fin; lo convierte todo en un medio. Y el amor no puede convertirse en un medio, ése es el problema. El amor mismo es el objetivo.
Los locos siempre demuestran una sabiduría sutil, y los sabios siempre se comportan como locos. Antiguamente, todos los grandes emperadores siempre tenían un bufón en la corte. También tenían a hombres muy sabios, consejeros, ministros y primeros ministros, pero siempre tenían un loco.
¿Por qué? Porque hay cosas que los llamados hombres sabios no pueden entender, que sólo un loco puede entender, porque los supuestos sabios son tan necios que su astucia y su inteligencia les cierran la mente. Un loco es simple, y era necesario porque muchas veces los supuestos sabios no decían las cosas al emperador por miedo. Un loco no teme a nadie, hablará sin importarle las consecuencias.
Así es como actúa un loco: de manera simple, sin pensar en los resultados. Un hombre inteligente siempre piensa en los resultados antes de actuar. En primer lugar piensa y luego actúa. El loco actúa sin pensárselo antes.
Cuando alguien alcanza la realización última, no es como vuestros sabios. No puede ser como ellos. Puede que sea como vuestros locos, pero no puede ser como vuestros sabios.
Cuando San Francisco se iluminó, solía llamarse a sí mismo «el loco de Dios». El papa era un hombre sabio y, cuando San Francisco fue a verlo, incluso él pensó que aquel hombre se había vuelto loco. El papa era un hombre inteligente, calculador, listo; ¿de qué otro modo podría haber llegado a papa? Para hacerse papa uno tiene que hacer mucha política. Para hacerse papa uno necesita ser diplomático, hace falta competir y desbancar a los demás, usarlos como escaleras y luego dejarlos de lado.
Es política... porque un papa es un líder político. La religión es algo secundario, a veces ni siquiera está presente. ¿Cómo puede un hombre religioso luchar y mostrarse agresivo para conseguir un puesto? Sólo son políticos.
San Francisco vino a ver al papa y el papa pensó que aquel hombre estaba loco. Pero los árboles, los pájaros y los peces pensaban de otro modo. Cuando San Francisco iba al río, los peces daban saltos de alegría para celebrar su venida. Miles de personas fueron testigos de este fenómeno: millones de peces saltaban simultáneamente; el río entero se llenaba de peces saltarines. San Francisco había venido y los peces se sentían felices. Y los pájaros le seguían donde quiera que iba; iban a posarse en sus piernas, en su cuerpo, en su regazo. Entendían a este loco mejor que el papa. Incluso los árboles que se habían secado y estaban a punto de morir reverdecían y volvían a florecer cuando se acercaba San Francisco. Los árboles entendían bien que aquel loco no era un loco ordinario: era el loco de Dios.
EL EXITO
Esta carta de El Éxito en Tarot de Osho Zen, indica una constante búsqueda de El Éxito, esta carta no avisa de reflexionar y meditar antes de emprender un negocio, un proyecto, una idea, una inversión, ya que nos habla de existir posibilidades de fracaso, y esto es algo que nos puede hacer daño, experimentando la derrota y quizás destrozando de algún modo neutra vida, por lo que resulta peligroso hacer la cosas sin la previas precauciones. El triunfar en la meta que nos proponemos, no gusta a todos, para eso se necesita aventurarse, es algo por lo que hay que pasar si queremos triunfar. El camino del Zen no ayuda a ir por la vida mas relajados, mirando las cosas desde otro punto de vista, sin dar importancia al Éxito material. El simple hecho de ver el mar, la olas, sentir la brisa, el aire, la lluvia, el agua correr en los ríos, una puesta de sol, la estrellas en el cielo, ver y sentir la naturaleza a nuestro alrededor, esto ya es un Éxito, el constante vivir, cuidar y disfrutar de nuestro hijos, padre, hermanos, pareja, tíos, amigos, ya es un Éxito. El sembrar amor en un hogar, donde todos son dichoso y felices, sabiendo que donde se habla y se discute por algún tema es porque se escucha, si se obedece es porque se esta de acuerdo, si existe llanto es porque existe vida, son Éxitos del día a día. También en la naturaleza, si en el mundo se pudiera mantener un equilibrio en el clima atmosférico de la Tierra, seria un Éxito, y muy importante para todos. El conseguir que nadie pase hambre ni penalidades en el mundo seria también un gran Éxito, lo seria también que en el mundo reinara la paz, sin guerra ni odios. Pero la realidad es que estamos dominados por fuerzas mayores, no somos dueños de nuestras vidas, ni de los caminos que queremos seguir, que dependemos de las clase sociales, así que la realidad se encuentra en lo mas sencillo, lo mas simple, lo mas vulgar, a lo que no damos importancia y la tiene. Esta carta nos indica ir por el camino del Zen, nos dice que disfrutemos del triunfo como de una caídas, que todo entra en la realidad y el aprendizaje de la vida, lo que nos hace apreciar mucho mas lo conseguido.
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