Al comienzo de la adoración, Shakti se coloca en el centro del mandala, en general un triángulo, símbolo del yoni cósmico, incluido en un círculo. Luego Shiva le ofrece una bebida afrodisíaca, llamada vijaya, cuya composición no se indica, sin duda porque en esa época se suponía que en la India todos la conocían. En Occidente, se lo reemplazará por un copa de champán o una bebida ligeramente alcohólica. La intención explícita es erotizar a Shakti al máximo, exacerbar su energía sexual para llevarla al éxtasis. Si el champán o alguna otra bebida alcohólica produce ese efecto sobre Shakti, el objetivo está cumplido.
Siempre según el texto, después de haber cumplido el ritual preparatorio, compuesto de mantras y de hijas (vocales sin contenido conceptual) que el autor no precisa, empieza la primera parte del Yonipuja. La yoguini se sienta sobre el muslo izquierdo del adepto, que comienza a adorar su yoni sakuntala, es decir no afeitado, condición fácil de cumplir. El adepto entonces unta el yoni con una pasta de sándalo, de delicado perfume; así el yoni se asemeja a «una flor encantadora». Luego el adorador le ofrece una nueva copa de vijaya y le pinta la ardhachandra (la media Luna) con bermellón en medio de la frente. No se trata de una rutina mecanizada: el simbolismo de cada gesto es intensamente vivido por los participantes. Mientras el adepto traza la media Luna, la pareja toma conciencia de las fuerzas lunares presentes en Shakti.
Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti, e impregnándose del aspecto maternal de la Shakti cósmica, pronuncia 108 veces la bhagabija (el sonido-raíz de la vulva), sin otra precisión, pero en general será «Hrim». Al final el adorador hace todos los gestos y contactos que puedan excitar a Shakti al máximo: le acaricia largamente los pechos, las nalgas, luego el yoni. En la yonipuja, la excitación de Shakti, que se propaga a Shiva, provoca una abundante secreción del fuido tattva uttama, la «esencia sublime», es decir, las secreciones vaginales, y además -y sobre todo- despierta las energías sutiles, «pranicas», que ejercen una función primordial en el desarrollo de la puja.
Aquí se situa la parte central de la puja. A su vez, Shakti unta el lingam con la pasta de sándalo, de perfume afordisíaco y de color azafrán. El guru, siempre presente, vela por el respeto estricto del ritual y recita los mantras apropiados. Sólo entonces el lingam es insertado en el yoni. El maithuna no debe convertirse en un simple coito profano sin ser controlado a pesar de la intensa excitación mutua y ser vivido con el sentido de lo sagrado inherente a toda unión tántrica. Las modalidades del maithuna tántrico son de rigor, especialmente las relativas a la asana y al control de la eyaculación.
En el rito, una parte esencial depende de la absorción reciproca de la «esencia sublime». Añadiendo sus propias secreciones lubrificantes a los liquidos vaginales, el lingam contribuye a mojar abundantemente el yoni. Los dos fluidos se mezclan y los tántricos creen que la yoguini y el yogui los absorben: Shakti por osmosis a través de la mucosa vaginal, Shiva gracias a vajroli. Según el Tantra, ese intercambio vitaliza y dinamiza a los dos adeptos. Incluso sin esta reabsorción mutua, está establecido que la excitación sexual intensa y prolongada de las gónodas intensifica la secreción de las hormonas sexuales, que podrían constituir ellas también la «sublime esencia»; ¿por qué no?
Durante el maithuna la pareja medita sobre la potencia creadora así despertada en el vientre de la mujer y en el hombre y adoran la Energía Cósmica.
La duración de la unión yoni-lingam corresponde a lo que se dice: nunca se trata del «deprisa y corriendo». Después de la unión ritual, Shiva rinde un homenaje respetuoso al yoni, que la yoguini acostada de espaldas, afrece a su vista y a su adoración. El adepto tomo entonces con el dedo un poco de líquido vaginal y hace con él un tilaka, ese punto que las mujeres indias llevan en medio de la frente, a su compañera de rito, todavía sumida en el éxtasis, así como en su propia frente. El achayra hace lo mismo; luego la pareja le hace una reverencia y lo adora porque su presencia les ha ayudado a controlarse durante todo el ritual y a preservar su carácter sagrado. Esta práctica en presencia del guru crea en el trío un lazo notable de intimidad y confianza. El adepto percibe así el insondable misterio y el sentido profundo, sagrado, de la unión de los sexos, siempre repitiendo mentalmente el mantra que le ha dado su guru. A falta de ello, el occidental utilizará el «Om» o el «Om Mani Padme Hum».
CAREZZA
Para el método Carezza la regla es ultrasimple: todo está permitido salvo eyacular, y si eso se produce, jamás en la vagina, por tanto el hombre debe retirarse. El orgasmo femenino es aceptado, excepto si comprometa la retención masculina.
Para este metodo, eyaculación y orgasmo masculino son sinónimos. Para el Tantra, la eyaculación sabotea el orgasmo masculino, pero si se produce tiene que ser en la vagina. El método Carezza no ha llegado a descubrir que orgasmo y eyaculación son dos cosas bien diferentes.
En primer lugar supone en la pareja un amor profundo y el deseo de transponer la sexualidad a otro plano que el común. Este método considera la unión sexual como una verdadera fiesta amorosa y, siempre de acuerdo con el Tantra, la eyaculación como un incidente inoportuno y grosero, incluso antiestético, que mata por un tiempo todo deseo de acercamiento a la mujer. El hombre que hacía unos instantes estaba lleno de frenesí sexual, despues de haber eyaculado se aparta de la mujer, a quien esta indiferencia hiere en su amor propio o en su amor a secas.
Este método no preconiza ninguna posición particular, pero aconseja evitar los movimientos rítmicos, prolongados y acelerados, que llevan a la eyaculación, y recomienda variar el ritmo, la amplitud y la duración de los movimientos y, en caso de alerta, inmovilizarse el tiempo necesario para que se aleje el peligro.
Con frecuencia es el hombre, artista del contacto, el que es activo, mientras la mujer es pasiva como el imán que atrae. Por eso el hombre que quiere tener éxito con el método Carezza debe ejercitarse en el arte de las caricias y los contactos magnéticos. Debe considerarse parecido a una pila electrica: su mano derecha el el polo negativo y su mano izquierda el positivo. Cuando sus manos entran en contacto con un ser humano receptivo, se engendra e se pone en circulación una corriente eléctrica. Debe sentir esa corriente eléctrica correr desde su lado izquierdo hasta el lado derecho de la mujer, y conseguir que obedezca a su voluntad para dirigirla. Si la toca con una sola mano, sentirá reaccionar esa parte del cuerpo de la mujer bajo la influencia de su magnetismo. Además, si adquiere el domino de esa corriente, podrá enviarla a las partes del cuerpo o a los centros del ser amado que él desea cambiar, excitar o calmar magnéticamente. Debe perseverar hasta que esto se convierta para él en una certeza. Se puede practicar la percepción de estas corrientes magnéticas sobre uno mismo para calmar dolores con el contacto de la mano. Compréndaseme bien. El método Carezza puede perfectamente tener éxito aunque se ignore esto, simplemente porque ese magnetismo natural está presente y la intuición nos guía hacia las acciones correctas; sin embargo, también en este terreno, un saber consciente y la voluntad de dirigir por sí mismo estas fuerzas resulta beneficioso. Este contacto magnético ha resultado eficaz para fortificar a los débiles y curar a los enfermos. Comprendemos así cómo y por qué el método Carezza, practicado correctamente, es beneficioso para la salud. Están totalmente excluidos los efectos nefastos.
Por eso hay que aprender a tocar a la amada de tal modo que esa corriente de electricidad vital recorra su cuerpo con un extremecimiento extático, mientras que la libera de su propia energía acumulada. Del mismo modo la mujer engendra fuerzas magnéticas que podrá dejar desbordar en el hombre, satisfaciendolo tan plenamente que todo sentimiento de pérdida será eliminado y se obtendrá la felicidad. El aflujo y el intercambio de estas energías conduce a un equilibrio total y a un reposo benéfico.
En el experto en el arte de amor, ese magnetismo emana de la punta de los dedos, de las palmas de las manos, irradia por los ojos, surge de su voz y puede trasmitirse a través de cualquier parte del cuerpo del uno o del otro, incluso mediante el aura, de una manera invisible y sin contacto físico.
Cuando el método Carezza es practicado con éxito, los organos genitales quedan tan apaciguados, tan desmagnetizados como después de una eyaculación. Mientras del cuerpo de los amantes emana una fuerza maravillosa y una alegría consciente, éstos reposan en una dulce satisfacción, como después de un juego feliz. Todo su ser irradia goce amoroso y romántico, está invadido pior un sentimiento de salud, de pureza, de vitalidad. Quedamos colmados de bienestar y de gratitud, como después de un festín bendito.
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